El costo de la imprudencia
Luisa Robaina, residente de Los Teques, perdió a su hermano en un accidente de tránsito. Él se desempeñaba como mototaxista en la capital mirandina. En noviembre del año pasado, su hermano fue a llevar a un cliente al Centro Comercial La Cascada. De regreso se destapó un palo de agua y la vía parecía un jabón.
“Él acostumbraba a manejar a 120 kilómetros por hora. Siempre le aconsejaba que bajara la velocidad porque la carretera Panamericana es traicionera y si llueve se convierte en una guillotina, pero él me replicaba diciéndome que lo dejara tranquilo, que sabía lo que hacía y que los clientes le pagaban para que los trasladara rápido a sus sitios de trabajo o a cualquier otro lugar. A la altura de Súper Líder se coleó e impactó contra la defensa, murió inmediatamente”.
Robaina asegura que su hermano pudo salvarse, si no se hubiese desbocado para llegar rápido. “Después de esa amarga experiencia, estoy alerta y pendiente. Cuando voy en autobús a exceso de velocidad, le digo al chofer que la reduzca y a mi esposo que también tiene una moto le hago la guerra para que conduzca con prudencia”, dijo la entrevistada.